La mediación es una intervención que consiste en reestablecer una lógica de colaboración eficaz entre dos individuos, entre una persona y una instancia o entre dos instancias.
Se trata de superar metas: “restablecer el dialogo” o “poner en marcha una estrategia ganador/ganador”. Lo que caracteriza esta intervención y la hace necesaria es la redundancia de las mismas secuencias interactivas generadoras de sufrimiento. Toda mediación surge en una situación de crisis. Este tipo de trabajo supone la capacidad de generar emociones, a veces violentas.
Antes y durante la intervención, el mediador debe tener presentes tres preguntas que servirán de hilo conductor y que asegurarán, en el mejor de los casos, la pertinencia de la intervención:
- ¿Para qué sirve la imposibilidad aparente de colaborar? Esto supone un análisis sistémico de la situación en cuestión.
- ¿Cómo hacen para no colaborar de manera eficaz? (Aquí es insoslayable el hecho de situarse en las lógicas paradójicas).
- ¿Cómo me van a utilizar para no lograrlo? Esta cuestión obliga al que interviene a saber ser a la vez actor y espectador de su relación con los protagonistas.